viernes, 6 de febrero de 2009

Mis parálisis del sueño

A diferencia de otros onironautas que han identificado la relación directa que hay entre sueños lúcidos o viajes astrales y parálisis del sueño, en mi caso estas experiencias han ido por separado.

Para empezar no creo que sueños lúcidos y viajes astrales sean lo mismo, esto basada en lo que he experimentado, quizás me equivoque pero no me interesa convencer a nadie de que tengo la razón. Lo que me interesa en este momento es relatar cómo fueron mis parálisis del sueño.

Tendría 10 u 11 años y dormía en una habitación amplia. Hoy que le he prestado atención de nuevo a los recuerdos que tengo de esa época, de esas parálisis me detengo en un detalle que aunque obvié quizás tenga alguna relación con ese fenómeno. 

El área del cuarto en el que dormía me permitía mover la cama para ubicarla en posiciones distintas, por eso cada tanto, supongo que con la ayuda de mi mamá, cambiaba la disposición de los muebles. En las dos ocasiones en que experimenté la parálisis mi cama estaba con la cabecera dando a una puerta que, a su vez, daba a un corredor interior. La puerta aunque funcionaba siempre estaba cerrada. Para entrar y salir de mi cuarto, sólo usaba la que daba a otro pasillo conectado con las escaleras que llevaban a la calle. Así las cosas esa puerta era “una pared más”.

Recuerdo que una noche sentí que no podía moverme, un clásico. Quería gritar, pedir ayuda y tampoco me salía la voz. De inmediato, gracias a mi educación católica intuí lo peor, el diablo, el mismísimo demonio había venido a hacerme daño. En ese entonces todavía me sentía ligada a la religión de mi familia y pensé en rezar, creo que recé un padrenuestro y poco a poco la “presencia” que me oprimía fue cediendo. Recuerdo también que por esa época tenía un oso de peluche enorme, blanco y que me acompañaba todas las noches. Después de un esfuerzo, que consideré titánico, logré mover el brazo izquierdo para tocarlo, para que me transmitiera seguridad. En ese entonces mi cama también estaba pegada a la pared por el lado izquierdo. 

Poco después de la experiencia anterior vino la siguiente.

No sé cuántas noches pasaron desde mi primera parálisis de sueño, sólo sé que fue en la misma época. Empecé a dormir con una biblia debajo de mi oso de peluche porque sentía que la sacralidad de ese libro me protegería de algún modo inexplicable. Esta vez el peso lo sentí primero en el brazo izquierdo, el mismo que había usado para tocar el animal artificial en la ocasión anterior, al principio me costó moverlo pero lo logré con más facilidad que antes. Toqué (creo) la biblia debajo del oso y todo volvió a la normalidad, al descanso tranquilo.

Pasaron muchos años antes de que pudiera darle una explicación a ese fenómeno: cuando sueñas tu cerebro paraliza tu cuerpo para que no sigas la acción de tus sueños, así evita que te hagas daño, pero esto sólo lo supe después de oír que familiares cercanos vivieron experiencias similares. Claro que llegué a pensar que alguien nos quería hacer daño, que era otra de esas cosas extrañas que pasaban en la casa que habitamos durante una época. Ahora sólo tengo una explicación posible y la certeza de que después de esas noches todo volvió a ser como antes.

En cuanto al detalle de la puerta creo que tuvo relación. Una puerta es un punto de acceso, un sitio que marca el límite entre adentro y afuera, una superficie que conecta dos vacíos, dos dimensiones. No he revisado qué dice el feng shui acerca de esto pero sospecho que no es nada positivo, no por nada los humanos preferimos dormir en lugares donde nos sentimos cómodos y, sobre todo, seguros. 

Darle la espalda a una puerta al dormir me parece una acción que te dificulta el descanso, que te deja en modo de alerta toda la noche. Cuando lo hice era una niña pero no por eso era inconsciente o tonta, creo que eso tuvo algún efecto y alguna relación con mis parálisis del sueño. Tal vez intente volver a hacerlo a ver qué pasa. Ahora que soy adulta y que tengo otros conocimientos encima es posible que, si vuelvo a experimentarlo, pueda tomarlo con calma, justo lo que se recomienda en estos casos, pues varias veces he oído que si te alteras es peor porque haces que la parálisis se acentúe, así que lo mejor es relajarse, aunque parezca contradictorio, ya que de ese modo el mal rato quedará atrás.