sábado, 20 de octubre de 2007

¿Cuándo tuviste tu primer sueño lúcido?


Me hice esta pregunta hace tiempo y siempre me contestaba del mismo modo:

Creo que tenía 21 o 22 años cuando encontré una meditación de Osho* para inducir sueños lúcidos, la practiqué durante unas semanas pero como no pasó nada la dejé y empecé a practicar otra técnica de meditación. Otras semanas más tarde el sueño lúcido apareció, pero al despertar estaba tan asustada por tanto poder, quizás por tanta responsabilidad, que nunca más quise volver a intentar tener uno, eso hasta que el sueño me buscó a mí.

Mentía.

Mis primeras experiencias con sueños lúcidos sucedieron en algún momento entre los 14 y los 19 años o eso calculo. En ese entonces tenía la pesadilla típica en la que alguien o algo me perseguía. De algún modo me daba cuenta de que era un sueño y, después de hacer esfuerzos enormes, me despertaba, a lo que seguía otro esfuerzo para no quedarme dormida de nuevo pues sospechaba que si lo hacía la pesadilla continuaría. 

Como miles o millones de personas no les di importancia a estas experiencias hasta que decidí lanzarme al vacío del mundo onírico. No hubo vuelta atrás y no espero que la haya. Han pasado prácticamente veinte años desde esas pesadillas y ahora estoy en otro lugar, en uno que me permite inducir sueños lúcidos con alguna regularidad.

Ahora sé que los mejores sueños lúcidos son aquellos que tienes con tranquilidad, casi casi sin buscarlos, esos que son una consecuencia natural de la atención, de la costumbre de mirar el mundo con ojos muy abiertos y muy despiertos, justo como ese que tuve en junio de 2015 y que me hizo volver a todo este asunto.

El descubrimiento de mis sueños lúcidos, o mejor pre – lúcidos no vino solo, para ello tuve que revisar mi historia con el mundo onírico. Creo que al escuchar lo que los viajes nocturnos quieren decirme fui capaz de recordar acontecimientos que creía perdidos. Así pude recuperar estos detalles valiosos.

Sea como fuere para mí está claro que prestarle atención a la vida nocturna, a la que se vive con los ojos cerrados es cualquier cosa menos una pérdida de tiempo.

*La meditación a la que hago referencia se llama La maestría de los sueños